Cómo cuidar tus articulaciones al correr: guía para runners
- Doctor Javier Romero
- hace 33 minutos
- 5 Min. de lectura

Correr es una danza primitiva entre el cuerpo y el suelo. Es el latido de los pies sobre el asfalto, el crujido de las hojas bajo las zapatillas, la brisa en la cara. Pero, como toda danza intensa, puede acabar con un mal paso. Las articulaciones —esas bisagras milagrosas que permiten al cuerpo moverse con gracia— son las que más sufren cuando el running no se acompaña de una buena técnica, planificación o cuidados adecuados.
En esta guía para runners te explico cómo cuidar tus articulaciones si corres, ya seas principiante o veterano. Vamos a sumergirnos en las entrañas del movimiento para que puedas seguir avanzando sin dolor, sin lesiones, sin tener que colgar las zapatillas antes de tiempo.
Entendiendo el rol de las articulaciones al correr
Cada zancada implica un impacto que puede llegar a ser de hasta tres veces tu peso corporal. Este impacto no recae solo sobre los músculos: lo absorben las rodillas, los tobillos, las caderas e incluso la columna vertebral. Las articulaciones, rodeadas de cartílago, líquido sinovial, ligamentos y tendones, tienen una función amortiguadora vital. Pero, al igual que una bisagra que se abre y se cierra miles de veces, pueden desgastarse si no se tratan con mimo.
El dolor es una alarma. No siempre indica algo grave, pero nunca debe ignorarse
Aunque correr no daña automáticamente las articulaciones —incluso puede protegerlas si se hace bien—, hacerlo sin preparación, técnica o descanso puede llevar a problemas como la tendinitis rotuliana, el síndrome de la cintilla iliotibial o la temida artrosis prematura.
El calentamiento no es opcional: es medicina preventiva
Un error común es salir a correr "en frío", como si el cuerpo fuera una máquina que se enciende sin más. Pero tu cuerpo es más un instrumento de cuerda: hay que afinarlo. Un calentamiento adecuado prepara las articulaciones para el impacto y activa la lubricación natural que las protege: el líquido sinovial aumenta su viscosidad cuando entras en calor, como si engrasaras una maquinaria compleja.
Dolor agudo, inflamación persistente o rigidez articular después de correr son señales que no puedes pasar por alto
Dedica entre 5 y 10 minutos a movilizaciones articulares suaves (círculos de tobillos, rotaciones de rodillas y caderas) y a ejercicios dinámicos como skipping suave o sentadillas con rebote. Esto no solo previene lesiones, sino que mejora tu rendimiento.
Escoge tus zapatillas como quien elige una armadura

No hay un calzado universalmente perfecto. Lo que a uno le protege, a otro le puede hacer daño. Elegir bien tus zapatillas es un acto de amor propio. ¿Tienes pie plano, arco alto, pisada pronadora o supinadora? ¿Corres por asfalto o por montaña? Cada variable importa.
Una mala técnica, incluso con buen calzado y musculatura fuerte, puede multiplicar el riesgo de lesiones
Una zapatilla con buena amortiguación y soporte adecuado puede reducir drásticamente el impacto sobre rodillas y tobillos. No es solo cuestión de moda: unas malas zapatillas, con el uso prolongado, son como un mal colchón para una espalda con problemas. Acude a tiendas especializadas donde puedan analizar tu pisada y asesorarte.
Fortalece para proteger: el músculo es el escudo de tus articulaciones

Correr fortalece la resistencia cardiovascular, sí. Pero no necesariamente desarrolla la fuerza necesaria para estabilizar las articulaciones. Aquí entra en juego el entrenamiento complementario, que no es un lujo, sino una necesidad.
Si tienes sobrepeso, una pérdida progresiva y saludable de kilos no solo mejorará tu rendimiento, también aligerará la carga sobre tus articulaciones de forma significativa.
Fortalecer glúteos, cuádriceps, isquiotibiales y la musculatura del core (abdominales y espalda baja) reduce el trabajo articular porque los músculos absorben más impacto. No necesitas levantar pesas como un culturista: bastan ejercicios funcionales, sentadillas, estocadas, puentes de glúteos, planchas y trabajo con bandas elásticas, dos o tres veces por semana.
La técnica de carrera importa más de lo que crees
Muchos runners corren como si escaparan de un incendio: descoordinados, forzando el cuerpo, repitiendo errores en cada zancada. Una mala técnica, incluso con buen calzado y musculatura fuerte, puede multiplicar el riesgo de lesiones.
Algunos consejos esenciales:
Mantén una postura erguida, con la mirada al frente y los hombros relajados.
Pisa con el mediopié en lugar del talón. El taloneo excesivo transfiere todo el impacto hacia las rodillas.
Acorta la zancada si notas que estás “golpeando” el suelo. Una zancada más corta y rápida es menos lesiva.
Aumenta la cadencia (número de pasos por minuto). Lo ideal ronda los 170-180 pasos/minuto.
Si tienes dudas sobre tu técnica, grábate o consulta a un entrenador de carrera. Corregir errores posturales puede marcar un antes y un después en la salud de tus articulaciones.
Escucha el lenguaje del cuerpo: el dolor no es un trofeo
El dolor es una alarma. No siempre indica algo grave, pero nunca debe ignorarse. Dolor agudo, inflamación persistente o rigidez articular después de correr son señales que no puedes pasar por alto. Ignorarlas puede convertir una molestia temporal en una lesión crónica.
Dale valor al descanso. El cuerpo necesita tiempo para regenerar tejidos, reponer colágeno y fortalecer estructuras. Dormir bien, hidratarse adecuadamente y alternar días de entrenamiento con jornadas de descanso activo (como caminar o nadar) son tan importantes como la carrera misma.
El peso corporal también cuenta
No es un tema de estética, sino de física pura: más peso equivale a más impacto. Las articulaciones, especialmente las rodillas, sufren más cuanto mayor sea el peso que deben sostener con cada zancada. Si tienes sobrepeso, una pérdida progresiva y saludable de kilos no solo mejorará tu rendimiento, también aligerará la carga sobre tus articulaciones de forma significativa.
Suplementos y alimentación: el combustible invisible
El cartílago necesita nutrientes específicos para mantenerse flexible y resistente. El colágeno, la vitamina C, el magnesio y el ácido hialurónico son aliados naturales. Aunque algunos runners optan por suplementos, una dieta rica en alimentos frescos —frutas, verduras, pescados grasos, frutos secos y legumbres— suele ser suficiente.
No olvides mantenerte bien hidratado. La deshidratación afecta la viscosidad del líquido sinovial y, por tanto, la capacidad de amortiguación articular.
¿Sientes dolor o molestias al correr? Nosotros podemos ayudarte
En Clínica Dr. Romero, somos especialistas en traumatología deportiva y lesiones articulares. Sabemos que correr forma parte de tu vida, y nuestro objetivo es que puedas seguir disfrutándolo sin dolor, sin limitaciones y con la tranquilidad de estar en manos expertas.
Contamos con un equipo médico con amplia experiencia en el tratamiento de lesiones en corredores, tecnología de diagnóstico avanzada y planes de rehabilitación personalizados. Ya sea una molestia leve o un problema crónico, estamos aquí para evaluarte con rigor y ayudarte a encontrar la solución más adecuada para ti.
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